Encuentro Nocturno
La noche estaba fría. Daniel esperaba bajo la luz de un poste.
-Hola
-Hola - contestó Camilo.
Se pusieron a caminar por la calzada. A esa hora no había autos en el barrio.
-¿Cómo te fue con Paula?
-Salió mejor de lo que esperaba. Entendió nuestras noticias y hasta nos deseó suerte.
-qué bueno- comentó Daniel- ¿No hay atados con tu vieja ni nada?
-No, a mi vieja ya le conté ¿la tuya?
-Aún no sabe, espero el momento para decirle.
-Atrévete. Yo se que lo entenderá bien.
-Con ella nunca se sabe.
Camilo se llevó una mano al bolsillo.
-Lo olvidaba, te traje esto.-dijo sacando una piedra del tamaño de una canica.
-Está lindo. Lo pondré en la cajita de mi velador.
-Odio esa cajita. Píntala.
-Son cosa mía los colores que le pongo.
-Ya, ya. No te enojes. Tanto tiempo que no nos veíamos…
-Dos semanas…
-Dos semanas… -hubo un silencio de dos cuadras.
Llegaron a una reja blanca, la única de ese color en toda la manzana. Cruzaron el antejardín y llegaron a una casa de dos pisos, sencilla. Abrieron la puerta y entraron a dejar sus cosas en el sillón.
-Al fin.-se dijeron mirándose el uno al otro.
Se abrazaron y fundieron en un beso.