sábado, 26 de junio de 2010

El patriotismo de la caja idiota

Me encanta ver a Chile unido por el mundial. Es la primera vez que veo a políticos de la talla de Zalaquett y Gajardo dejar los reparos y lustrarse los zapatos el uno al otro. Es una muestra de absoluta sinceridad decir "si, ahora que es el mundial, admitimos al fin que somos exactamente lo mismo".

Pero más allá de lo que todos ya sabemos, me alegra saber que por un instante, o al menos dos tandas de 45 minutos, estamos todos en la misma. Hasta reducimos nuestro consumo energético (a pesar de los miles de televisores vendidos). La verdad es que ni para el terremoto había escuchado y visto tanto "viva Chile" en la calle. Deberían haber mundiales más seguidos. Claro si que luego con las celebraciones somos particularmente egoístas con la gente que limpia las calles, pero todos hacemos horas extras para ver los partidos, asi que aún así estamos unidos, somos más chilenos.

Incluso los medios ahora reportan menos tragedias: se ha muerto menos gente, han asaltado a menos señoras, han chocado menos autos. En realidad, creo que es Piñera, que desde que está en el poder hace que los camarógrafos consideren más rentable no mostrar tanto flaiterío, ponerlo a él diciendo sus estupideces, pero prefiero no criticar al gremio de los camarógrafos, y esperar que sea Sudáfrica. Creo que apareció un cadáver en el mar, frente a la Av. Perú, en Viña del Mar, pero fue una suicida que no alcanzó a ver el gol de Chile v/s Suiza, ni tampoco supo que clasificamos a octavos de final.

Más increíble me parece que todo se lo debamos a la TV, o como dice un amigo, a la Caja idiota. Sin ella, sin sus mensajes de aliento, sin los comerciales de Entel, de caja La Araucana, de Sodimac, de Adidas, de Nike, de Easy; nunca podríamos sentir lo "grandes" que somos: que a 3 meses del terremoto ya no estamos reponiendo; porque tenemos plasma para la mediagua; porque consumimos, sobreponiéndonos a la crisis, en París, Líder, Homecenter; porque estamos unidos con nuestros padres y les regalamos jabulanis y LCDs que no necesitamos, pero de algún modo, necesitamos regalar.

Con el mundial el bolsillo duele menos cuando suben el pasaje, y de paso admiten que la evasión no es tan grande. Con Bielsa es como si le pusieran anestesia al país ante la mutilación del aparato estatal, de codelco, de la mala calidad de la educación, del anciano que murió en la sala de espera. Con la selección nos olvidamos de Iraq, de Afganistán, de la flotilla de la libertad, del derrame de British Petrolium, de los escuadrones de la muerte de Uribe.

Realmente, y esto no es un sarcasmo, me gustaría que hubieran más mundiales como este. Pero aún más preferiría que la misma unidad que logra la selección a través de la caja idiota, la sacáramos cada vez que Chile nos necesita. Para ir al sur y reconstruir, en vez de llorar mandando platita desde acá; para construir juntos una mejor educación; para reclamar juntos por una mejor salir; para derrocar todos el transantiago, la desigualdad y la injusticia. Me encanta la unidad mundialera, pero no quiero que sea por el bombardeo televisivo, tampoco porque Chile sea el mejor país del mundo (y no lo es), sino que porque Chile es nuestro y es el único país que tenemos. Porque Chile somos todos, y todos, merecemos lo mejor de nosotros.